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Sobre mí y este blog.

Mi nombre es Jonathan Heres. Panameño, pensador aficionado eternamente sentado en la silla del aprendiz. Este blog existe con la intención de funcionar como repositorio centralizado de las cosas que encuentro más memorables y relevantes en mi vida, y también como escaparate (u oportunidad) de opinar y compartir abiertamente mi manera de pensar. Si llegaste aquí porque somos conocidos, familiares o amigos, quizá dentro de este impremeditado intento de blog, puedas toparte con algunas memorias que compartamos juntos. Si por el contrario, no tengo el gusto de conocerte personalmente y aún así permaneces aquí leyendo esto, te doy la bienvenida y espero que dentro de tanto ruido puedas encontrar algo de valor para tí y tu vida.   Jon.
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Aprende a decir "SI"

Algo tan simple como decír SI puede redireccionar tu vida. Entre los 3 y los 21 años, de alguna manera u otra, siempre me encontré garabateando o dibujando algo. Tuve la suerte de tener un padre que no se enojaba al ver las páginas de atrás de mi cuadernos de la escuela plagadas de dibujos de robots, personajes y caricaturas de mis profesores. Por el contrario, me incentivava y siempre aparecía con sorpresas: Ya fuese un juego de carboncillos y lápices o una computadora (atari st 520 - 1989) que tenía instalado un programa de dibujo que se llamaba "Degas" como el pintor. Creo que eso desarrolló paulatinamente en mí, cierta comodidad y facilidad con lo visual. Mi primer trabajo después de salir de la universidad fue en una empresa en la Zona Libre. Me contrataron como asistente del gerente de la bodega. Una enorme galera con miles de cajas llenas de ropa. Mi tarea era ayudar a mi jefe a supervisar el personal, la entrada y salida de la mercancía y los pedidos que se despachab

De progresista a libertario, pasando por el conservadurismo.

De joven me senti progresista. Empático. Benévolo. Soñador.  Después sufrí los retos de la vida. Tomé desiciones, hice sacrificios, probé la austeridad, y entendí que solo siendo bueno conmigo sirvo bien a los demás. Entonces me eduqué, me obsesioné con mis metas. Aprendí a tomar responsabilidad, a no victimizarme. Acepté que pensar así no es ser egoísta. Es altruismo indirecto. Más adelante fue cuando giré mi mirada hacia el otro lado. Ya de 30 me sentí conservador. Lo que ví en mi padre, cuando pequeño, parecía ahora tener más sentido. Las tradiciones me sentaban bien. Leí por allí que si algo no estaba dañado, no debía arreglarse. Que los fundamentos sólidos permiten crecer verticalmente. Que no hay que comprometer nunca nuestra moral. ¿Pero qué de la maleabilidad, el crecimiento, la evolución? ¿Dónde quedan cuando hay tanto miedo al cambio? Un día ya de 40, desperté con una interrogante en mi cabeza: ¿Qué es lo que realmente importa?  Hice memoria de lo vivido y entendí que sin la